jueves, 25 de septiembre de 2008

el corazón y la mente



La inercia de la artificialidad que rodea a los seres, embarcados en la absurda vorágine de un desarrollo confuso, difuso y engañoso, abocado a la involución superlativa más profunda, lleva en muchas ocasiones a dudar y confundir lo que permite que caminemos día a día: El corazón.

En una imperdonable y macabra broma del timo en el que nadamos, a poco que nos descuidemos, se nos olvida sacar la cabeza a la superficie para respirar y la riqueza lingüística juega malas pasadas, al abanderar palabras como obligación, deber, superación, meta y demás términos cuyas acepciones hipotecan el libre latido del motor que debería guiar los destinos.

Corren malos tiempos para el matrimonio corazón - mente.

El corazón se ve relegado, marginado, arrinconado, comprimido, estrujado, zarandeado, vapuleado, maltratado, olvidado y abandonado a su suerte, en un crimen de consecuencias desmesuradas y sólo acorde con el propio e inexcusable acto de obviar el alma de la vida.

Late con menos protagonismo, sin identidad propia, manejado por los hilos del infame y depravado ser que se ha apoderado de la desagradecida mente que él mismo mantiene con sus latidos.

El combustible que se le proporciona está tan adulterado, corrupto y envenenado que, sólo un último esfuerzo por no caer eternamente en las garras de la vorágine del falso bienestar, le lleva a rebelarse y dar un descomunal latido que hace tambalear todo el organismo, hasta el punto de llevarlo al shock más desconcertante; un grito de auxilio y dolor que retumba como un trueno en una cueva y que resquebraja irremediablemente los cimientos del parásito usurpador, que se retuerce revolcándose en su propio odio, resistiéndose a salir de su cómodo hábitat e intentando convencer de la titularidad de una propiedad que le es ajena.

La supremacía de la lógica siempre debe imperar, por eso cuando el dictador abandona su empeño, abdica y se marcha cabizbajo. El corazón sonríe y vuelve a latir con tanta fuerza que pareciera que alimentara también a seres que lo rodean.

La mente debe escuchar al corazón, lo contrario es antinatural.

parawallo
10 de julio de 2008

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